Una historia que seguimos construyendo juntos

Familia de la Cruz

Tiene su origen el 14 de enero de 1894 cuando Jesucristo le transmite a Conchita su ardiente amor misionero, y ella lo expresa a través del grito que nosotros encarnamos: Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!.

Misioneros del Espíritu Santo

Congregación religiosa que acompaña a la Iglesia en camino hacia su santificación. Los MSpS son acompañantes que se reconocen promotores de humanidad, fraternidad y solidaridad. Como Apóstoles del Espíritu Santo y de la Cruz, son llamados a construir el pueblo sacerdotal, acompañar procesos de santidad y hacer un compromiso de solidaridad.

Dignidad y Solidaridad

Tiene el objetivo de asesorar y ejecutar programas para apoyar proyectos productivos que ayuden a los beneficiarios a crear o recuperar sus fuentes de ingresos, generando sus propios recursos.

Ha sido una acción social de la Familia de la Cruz, sin fines de lucro. Cuenta con la autorización de recibir donativos deducibles de impuestos. Sus oficinas se localizan en la Ciudad de México. Los antecedentes de la asociación se remontan a octubre de 2000, durante una de las reuniones de la Unión de Equipos de Gobierno de la Familia de la Cruz,

en donde se analizó el documento del Episcopado mexicano, “Del Encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”. Surguiendo la necesidad de reflexionar y profundizar en la dimensión social de la Espiritualidad de la Cruz, sobre todo, de expresarla de una forma concreta, atendiendo las demandas de la realidad con el deseo de responder eficazmente.

Se percibió con claridad que el proyecto de Jesús es la construcción del Reino, y que éste implica la salvación integral de la persona humana: la salvación eterna, pero también temporal; espiritual, pero también corporal; la salvación dirigida a cada persona, pero que debe transformar las relaciones interpersonales, y las estructuras de la sociedad.

Se Esta reflexión nos llevó a asumir que la promoción de la dignidad de la persona y la construcción de un mundo más justo y solidario es algo esencial para quienes vivimos la Espiritualidad de la Cruz.

Ver la realidad de pobreza

Aquella que viven tantas personas nos hizo sentirnos cuestionados y dolidos. ¿Cómo es posible quedarnos con los brazos cruzados ante la injusticia y la explotación, ante la falta de alimentación, salud y educación, ante el desempleo y la migración, ante las condiciones inhumanas de vivienda y trabajo? Además, constatamos que, cuando se presentan desastres naturales (terremotos, inundaciones, etcétera), los pobres son precisamente los más afectados. Nos preguntamos: ¿qué podemos hacer para ayudar a las personas afectadas por estos desastres? Como seguidores de Jesucristo sacerdote y víctima decidimos hacer algo para dar una respuesta, aunque fuera limitada, es un primer paso para accionar, por lo que de manera formal surge Dignidad y Solidaridad.

Nuestras primeras obras

Ayuda que se Brindó a los damnificados por el terremoto en el Salvador en diciembre de 2000 o el apoyo a los damnificados por el huracán Isidore en Yucatán; en ambos casos, la ayuda se orientó principalmente a la reconstrucción de casas.

De la Cruz, fue para recolectar firmas a favor de la condonación de la deuda externa a los países pobres. Y más tarde se amplió dicha campaña a todas las diócesis del país por acuerdo tomado en la Asamblea general del Episcopado.

Continúa siendo parte

de nuestra historia